Uruguay, una ruta de vino, mar y paisajes con alma
Son siete las regiones que consolidan al país vecino como un destino enoturístico. Los circuitos y bodegas suman además gastronomía y paisajes naturales.
Con siete regiones vitivinícolas que recorren el país de norte a sur, la propuesta enoturística uruguaya invita a descubrir cepas emblemáticas, bodegas de espíritu familiar y experiencias que integran naturaleza, cultura y hospitalidad. Este eje es uno de los productos presentados por el Ministerio de Turismo del país vecino. La propuesta hace foco en las 50 bodegas que conforman el mapa del vino uruguayo. Ponen en evidencia un territorio diverso en suelos y climas, que aportan frescura y mineralidad únicas a los vinos. Muchas de estas bodegas participan del Programa de Viticultura Sustentable del Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi), que certifica buenas prácticas ambientales, eficiencia en el uso de recursos y trazabilidad desde la uva hasta la botella.
Siete regiones, siete formas de vivir el vino
Un comunicado del Inavi informa que cada zona ofrece un perfil enológico y paisajístico propio. En el Litoral Norte (Artigas, Paysandú y Salto), los vinos se destacan por su complejidad y equilibrio; mientras que el Litoral Sur (Colonia, Río Negro y Soriano) combina tradición y encanto histórico, con tintos frutados típicos de Carmelo. Al mismo tiempo, la región Metropolitana (Canelones, Montevideo y San José) es el corazón vitivinícola del país, hogar de bodegas familiares y espumosos elegantes.
En el Centro (Durazno y Florida) predominan los vinos de cuerpo medio, frutados y especiados; mientras que el Centro Este (Lavalleja y Treinta y Tres) se consolida como una zona emergente con vinos estructurados y de gran carácter. El Norte (Rivera y Tacuarembó) ofrece vinos minerales e intensos, elaborados sobre tierras rojas y entre cerros. Finalmente, la región Oceánica (Maldonado y Rocha) fusiona vino y mar, con etiquetas de frescura y elegancia excepcionales.
Entre las bodegas más reconocidas figuran Leonardo Falcone y Wasiluk (Litoral Norte); Zubizarreta y Cordano – Almacén La Capilla (Litoral Sur); Bouza – Las Espinas y Juanicó (Metropolitana); Mataojo y Tres Puentes (Centro Este); Edén (Norte); y en la zona costera, Cerro del Toro, José Ignacio y Garzón, esta última internacionalmente premiada por sus Tannat y Albariño. Cada establecimiento ofrece propuestas de turismo del vino que van desde degustaciones guiadas y almuerzos campestres hasta estadías boutique y actividades culturales. Algunas bodegas integran además experiencias de maridaje con productos locales y recorridos por los viñedos, en entornos naturales que reflejan la identidad uruguaya.
El enoturismo en Uruguay es, en definitiva, una invitación a conectar con la esencia del país: un equilibrio entre tradición y modernidad, respeto por la tierra y pasión por los sabores. Recorrer sus siete regiones vitivinícolas es descubrir que, detrás de cada copa, hay una historia de trabajo, paisaje y hospitalidad que hacen del destino una joya del turismo del vino en América del Sur.




