Centollas fueguinas

A 35 kilómetros de Ushuaia, un grupo de pescadores artesanales ofrece el producto estrella de la región, recién salido de las aguas del Canal de Beagle. Una experiencia única entre los paisajes del fin del mundo.
El aire sopla siempre fresco en las orillas fueguinas. Pero con la llegada de la primavera, la ruta finalmente queda despejada de nieve y en Puerto Almanza -una mínima localidad situada a 35 kilómetros de Ushuaia, aunque hoy día hay que dar un rodeo de unos 70 kilómetros en total para llegar- los pescadores artesanales pueden volver a abrir la puerta de los pequeños y acogedores locales donde enseñan cómo se pesca la centolla y la sirven en su mesa. Por ahora, aunque la distancia es corta, recorrer este camino obliga a un desvío por la RN 3 y toma alrededor de dos horas: pero dentro de dos temporadas, según se prevé, la ruta directa Ushuaia-Puerto Almanza estará terminada y el trayecto se podrá hacer no solo mucho más rápido, sino también a lo largo de todo el año.

Un crustáceo impresionante

Los visitantes que pasean por San Martín, la calle más céntrica de Ushuaia, suelen ver en algunos restaurantes las peceras donde pueden elegir su propia centolla. “Un animal rastrero, decápodo, necrófago”, como lo define Diana Méndez, que bien sabe del tema: ella forma parte del puñado de pescadores artesanales que capturan centollas en las aguas de Puerto Almanza. Y es la única mujer capitana de una de las embarcaciones centolleras, que depositan jaulas-trampa a 100 metros de profundidad y las dejan entre cinco y siete días para capturar el preciado crustáceo.
La diferencia es que en su pequeño restaurante a orillas del Canal de Beagle Diana y Sergio, su marido, ofrecen a los visitantes participar en una demostración de la pesca y luego comer la centolla recién pescada y hervida en agua de mar. Puerto Pirata -así se llama su cálido espacio- es uno de los locales que conforman la Ruta de la Centolla, que nació hace pocos años y se extiende a lo largo de unos 10 kilómetros sobre la costa fueguina entre Puerto Almanza y Punta Paraná. Las ocho familias de pescadores que viven aquí abrieron en total seis restaurantes -entre ellos Puerto Pirata, La Fueguina, La Sirena y el Capitán- o complementaron la tradicional pesca con actividades turísticas, como el canopy en el bosque y el cultivo de frutos rojos, que creció hasta convertirse en una casa de té abierta a los visitantes.
“El turista que viene desde cualquier parte del mundo -cuenta Diana- llega en busca de la centolla, la merluza negra, el cordero fueguino. Pero aquí también se pesca róbalo, brótola, pulpo, sardina, rayas, erizos o salmón salvaje”. Y cuando habla de esta última especie, hace hincapié en “salvaje”, porque lo que las familias de centolleros más temen es la instalación de criaderos intensivos de salmones en las aguas del Canal de Beagle, una iniciativa que ahora está frenada pero que, de ser permitida, pone en serio riesgo la pureza de las aguas fueguinas y la actividad turística que es uno de los principales ingresos para Ushuaia y su región.
“Aquí la idea es que el visitante coma los productos locales en la casa del productor”, subrayan los representantes de la Ruta de la Centolla, donde también se brinda alojamiento en sencillas cabañas para quienes quieran experimentar la noche del fin del mundo.
“Todos nos piden ampliar, que podamos recibir a más personas, pero esa no es la idea: si así fuera el espíritu del rancho desaparecería y junto con eso el equilibrio que tenemos hoy en nuestra vida cotidiana. Solo queremos ser pescadores artesanales”, dice Sergio, explicando que además de la pesca se proponen recorridos por el bosque y paseos en kayak por el Canal de Beagle. Por ahora, la temporada va de noviembre a mayo, porque en invierno la ruta queda bloqueada por la nieve, pero los pescadores confían en que dentro de un par de temporadas ya estará todo listo para recibir visitas durante todo el año.

tierradelfuego.org.ar

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