Las ciudades europeas enfrentan la “turismofobia”

La industria turística marcha a pleno en busca de recuperar las cifras de actividad prepandemia. Sin embargo, en algunas grandes ciudades europeas hay reticencia al exceso de turismo.

La carrera de las cifras no se detiene. Destinos y experiencias turísticas se mueven en todas direcciones para remontar la pendiente que dejó la pandemia y volver a las cifras anteriores a 2019 (o superarlas).

Sin embargo, un estudio de TCI Research enciende algunas luces de alarma. Según el investigador  Olivier Henry-Biabaud, “las señales en el sector de los viajes son verdes, pero también pueden ser rojas”. Mientras el deseo de viajar no cede, en una suerte de gran revancha del sector turístico después de tres años de dificultades, son los residentes en algunas de las grandes ciudades europeas -que también son grandes centros de atracción de turismo- los que dan la voz de alarma.

Si bien la tasa promedio de “turismofobia” en Europa solo llega al 4 % en promedio, sube a un “8 % de los residentes hartos del turismo” en algunas grandes ciudades. “Son personas que ya no soportan a los turistas”, explicó el investigador, precisando que por encima del umbral del 10 %, los destinos están “en zona roja”.

La gran mayoría de los europeos -aclaró- cree que el turismo genera más efectos positivos que negativos. Sin embargo, se están creando antagonismos en las regiones. Los que están en contra están cada vez más enfrentados a los demás, lo que puede crear tensiones dentro de las comunidades”, sobre todo en temporada alta.

En Ámsterdam la situación es casi extrema: un tercio de los residentes son turismofóbicos, según TCI Research, y la ciudad intensificó sus iniciativas para limitar la afluencia de visitantes. Siguiendo ese ejemplo, “algunos destinos se plantean estrategias para reducir el crecimiento, también ante la emergencia climática. Otros se contentan con cuotas o aforos”.

TCI Research también estudió los factores de satisfacción de los viajeros y llegó a la conclusión de que la acogida ofrecida por la población local es el primer factor que influye en la satisfacción de los turistas. Para limitar el sentimiento antiturístico, es importante implicar a la población local en la dinámica turística, informándola y consultándola. Según Henry-Biabaud, los ingresos de la tasa turística pueden incluso utilizarse en algunos casos para financiar proyectos municipales.


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