La Lima de Varguitas


La capital peruana es otra vista desde la óptica de las novelas del premio Nobel de Literatura. Una urbe bulliciosa que va de los barrios populares limeños a los más elegantes, atravesada por personajes que hicieron historia e incentivaron la realización de una ruta literaria.

Se puede conocer Lima sin haberla pisado jamás si se es asiduo lector de Mario Vargas Llosa. Pocos narradores han construido un entramado urbano con vida propia tan intenso como el autor de La ciudad y los perros y Conversación en La Catedral, dos de las novelas donde la capital peruana se erige como un personaje con vida propia.

El escritor nació, en realidad, en Arequipa, “la ciudad blanca” de señorial pasado. Y el gobierno regional de esa localidad declaró a la Ruta Cultural Mario Vargas Llosa como “atractivo turístico regional”: abarca la biblioteca y la casa natal del novelista. Pero es en Lima, y especialmente en Miraflores, donde se despliegan sus principales escenarios.

Capital paso a paso

Todos los viernes por la tarde, el municipio de Miraflores -uno de los barrios acomodados de Lima- ofrece un recorrido guiado gratuito que pasa por los lugares donde vivió Vargas Llosa en diferentes momentos de vida, y también aquellos que sirvieron de escenario a las aventuras de sus personajes. El punto de partida es el parque Kennedy, telón de fondo de la adolescencia y juventud del escritor, de sus primeros amores y de la ruptura con su padre: aquí hay inevitables reminiscencias de sus relatos iniciáticos, como las hay en la avenida Pardo y en el excolegio Champagnat, donde vivió sus desventuras el protagonista de Los cachorros. El malecón de Miraflores da paso luego a la avenida Diagonal, y más adelante a la Bajada Balta. Pero no hay visitante que no quiera conocer especialmente la quinta de la calle Porta -que está casi intacta- donde Vargas Llosa vivió con Julia Urquidi, la “tía Julia” de sus aventuras juveniles. Siempre en el barrio, el recorrido concluye con el paso por la casa de Raúl Porras Barrenechea, profesor e influencia intelectual del futuro Nobel en la Universidad de San Marcos. Porque aquí, al fin y al cabo, el escritor tejió “recuerdos entrañables de mi infancia y adolescencia, los mejores momentos los pasé en Miraflores”. Y no está muy lejos el popular distrito de Surquillo, con callecitas como el jirón Dante, que Vargas Llosa usó más de una vez para ilustrar la vida de la clase trabajadora, siempre presente en el constante contraste de sus novelas.

Los perros y Zavalita

Con La ciudad y los perros, su primera obra, Vargas Llosa se consagró como un autor del boom latinoamericano: para evocar el ambiente opresivo pero a la vez juvenil de esta historia hay que llegar hasta el distrito La Perla, rumbo al puerto de El Callao, donde aún existe la silueta imponente del colegio militar Leoncio Prado. Y donde, por cierto, las duras descripciones vargallosianas sobre la vida de los jóvenes internos -los “perros” del título- nunca cayeron demasiado en gracia.

La otra meca es el bar La Catedral, donde los protagonistas -Ambrosio y Zavalita- mantienen una inolvidable conversación de cuatro horas que funciona como hilo conductor de una novela monumental. El café estaba en una esquina de la segunda cuadra de la avenida Alfonso Ugarte en la zona del llamado Puente del Ejército y la avenida Argentina, sobre el río Rímac: y aunque era conocido como La Catedral por la altura del techo y la forma de la puerta, hoy quedan apenas ruinas, pero ruinas veneradas por todo lector de Vargas Llosa. Algunas fotos de los años 70 dan fe del paso del escritor por el lugar.

El personal itinerario que cada uno puede trazar por la Lima del novelista incluye el bohemio barrio de Barranco, con su archifamoso Puente de los Suspiros. «Correr en las mañanas por el Malecón de Barranco, cuando la humedad de la noche todavía impregna el aire y tiene a las veredas resbaladizas y brillosas, es una buena manera de comenzar el día”, escribe en la Historia de Mayta Vargas Llosa, que alguna vez tuvo aquí su casa limeña. Y sin duda no hay que dejar de volver al centro histórico para visitar la Casa de la Literatura Peruana, a metros de la Plaza de Armas, donde el premio Nobel peruano tiene un lugar especial en la Biblioteca que lleva su nombre.

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